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Si, aunque parezca mentira, hay gente que se aburre en el trabajo. Son personas que han caído en la rutina y una vez instalados en ella les cuesta mucho salir. ¿Razones? Seguramente habrá para todos los gustos. Cada uno podríamos dar una diferente, pues, casi con toda probabilidad, la mayoría de nosotros hemos sido víctimas en alguna ocasión de la apatía, la desgana, la abulia… Personajes populares han manifestado aburrirse, como por ejemplo Felipe González que, hace unos días, manifestó aburrirse en el Consejo de Administración de Gas Natural…

Se trata de una “enfermedad” fácil de diagnosticar y difícil de curar. El tratamiento es muy exigente ya que se necesita mucha voluntad por parte del paciente y sobre todo dejarse ayudar por otras personas. En el momento en que empiezan a sentirse algunas molestias hay que ponerse en acción. Pero ¿cómo puedo detectar los síntomas? Hay muchas señales, pero una muy clara es cuando dejas pasar el tiempo sin darte cuenta que lo estás perdiendo. ¿Pasan los días volando sin ser consciente de que no haces cosas de valor? Ahí, tienes una evidencia de que algo está desajustado.

Pero más arriba preguntaba por las razones y aún no he dado ninguna. Voy a tratar de ser breve y destacar algunas que, por mi experiencia personal, he vivido o he visto en otras personas:

? No me gusta mi trabajo. Es de sobra conocido, que muchas personas ante una situación de desempleo, tan alta como la que vivimos en nuestro país, se agarran a un clavo ardiendo y aceptan ofertas de trabajo que no son las ideales para ellos, y que en una situación de equilibrio económico nunca hubieran consentido. Son personas que trabajan para sobrevivir pero no para disfrutar con lo que hacen. Personalmente, he conocido a licenciados universitarios que han aceptado puestos de barrenderos, carteros, camareros, cuidadores, chóferes… Y no es que estas profesiones no sean dignas, es que no son para este tipo de perfil.

? Mi empresa no es la ideal para mí. No es lo mismo trabajar en una gran multinacional que en una Pyme. Tampoco lo es, tener que estar viajando todo el día que estar en un despacho, en una oficina. Hay mucha diferencia entre tener un horario a turnos que tenerlo fijo. Como ves, hay entornos laborales que no encajan con determinados perfiles y ello provoca una falta de motivación, de interés, de entusiasmo. La cultura de una organización, su filosofía, sus maneras, pueden ser un motivo importante para “descolgarse”. Un empleado en estas circunstancias es un potencial candidato a contraer la enfermedad del aburrimiento.

? Mi Jefe y yo somos incompatibles. Si, la antítesis. En estos casos, uno tiene que aprender a gestionar a su jefe. No es tarea fácil, más bien todo lo contrario. No olvidemos, que según las estadísticas, el principal motivo por el que un trabajador cambia de empresa, es por las malas relaciones con su jefe. Las personas que no tiene la posibilidad de cambio, van aguantando, aguantando y aguantando… Hasta que llega un momento en el que empiezan a pasar de todo y de todos. Es aquí donde se presenta el peligro y donde se descubre que se está tocando fondo. Una terapia eficaz: hablar con sinceridad, comprensión y claridad.

? Muchos años en el mismo puesto. Por desgracia hay muchas compañías que aún no se han percatado que es necesario tener un plan de desarrollo para todos sus empleados. Se pide cambio a la gente pero la compañía no cambia. Gente sin rotación, apalancada a una mesa durante años, las mismas rutinas, poca innovación… Son situaciones que llevan a la gente a ser “pasotas”. Cumplen con su trabajo, sacan unas tareas, pero no hacen nada por mejorar, porque nadie se lo exige. Hay algunos que, incluso, llegan a pensar que el aburrimiento es el placer de saber que no tienes nada que hacer.

? Raíces vitales y profesionales. No todos valemos para todo. Las personas tenemos diferentes capacidades, habilidades, preferencias, que debemos tener en cuenta a la hora de optar por un trabajo. Cuando elijo algo para lo que no tengo una especial predisposición, corro el peligro de aburguesarme y seguramente surgirán momentos de aburrimiento. Si por ejemplo, mi raíz vital se identifica con la de un empresario, pero el único trabajo posible que encuentro es de funcionario, casi con toda seguridad mi rendimiento estará muy por debajo de mis posibilidades. Por eso es tan necesario pararse a pensar cuales son nuestras raíces para encontrar la tierra adecuada. Una semilla de pino de la sierra de Madrid, seguramente no prenderá con verdadera fuerza si la plantamos en un monte canadiense. Hay personas que valoran la estabilidad, otras el horario, otras la autonomía, otras el reto, otras el riesgo…

? No me siento valorado. La persona trabaja bien, cumple e incluso va por delante de los acontecimientos, sin embargo nadie da importancia a su trabajo. Su Jefe, se pregunta ¿Por qué tengo que estar reconociendo continuamente lo que se tiene que hacer por “contrato”? Sencillamente porqué el ser humano necesita estímulos, necesita saber cómo está haciendo las cosas, necesita conocer que esperan de él. Cuando existen empresas y directivos “mudos”, lo que se obtiene son empleados “sordos”. Con gente “sordo-muda”, el aburrimiento aparece como lenguaje propio. Al no sentirte valorado, tu tampoco valoras.

? Empresas orientadas a tareas en lugar de a resultados. Este tipo de culturas son las que propician el presentismo y no la profesionalidad. Cuando estás en la oficina porque todavía no se ha ido el jefe, estas siendo una marioneta al servicio del sistema. Esto puede dar paso a algo crónico que puede tener consecuencias negativas para tu bienestar, para tu vida. El tiempo es para aprovecharlo no para pasarlo. Hay que romper con este tipo de comportamientos por el bien de todos.Seguramente, tú que me lees, no te aburres nunca ni en el trabajo ni en tu vida en general. Eres un afortunado, ahora lo único que te queda es ayudar a que los demás no se aburran.

Fuente: http://jaimepereira.es/